El reino de Judáh se había tornado en vasallo asirio al pedir protección contra el ataque de Israel y Siria (2 R. 16:1-9). Así cuando el rey Jizqiyah (Ezequías) busco la independencia de Judáh, su acción llevó al ejército asirio hasta Judáh. El rey asirio sitió y capturó Laquis y envió un gran ejército contra Jerusalém. Jizqiyah, por consejo del profeta Yeshayahu, no se rindió y los asirios tuvieron que retroceder (2 R. 18:1-8, 13-19:37)
Judáh permaneció leal a Asiria hasta que el imperio asirio fue derrotado por los babilonios, quienes capturaron Nínive, la capital asiria, en el año 612 a.C. (cf. Dn. 5).
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Hubo una extraña plaga que diezmo a los sitiadores de Jerusalén, y que esa ciudad tenía depósitos de agua subterránea para resistir años. LOs asirios querían al odiado Egipto, y Judah queda en el camino. El reino del norte (Israel-Samaria) fue primero conquistado en parte, pero los egipcios alentaron una rebelión que los llevó a ser destrozados del todo a los israelíes, quedando solo Judah que pagó tributo y permitió paso de tropas a Egipto.
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